Las investigaciones contemporáneas han demostrado que las emociones negativas persistentes, como el estrés crónico, la ansiedad y la depresión, pueden tener un impacto perjudicial en nuestro sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a enfermedades e incluso acelerando el proceso de envejecimiento. La liberación constante de hormonas del estrés, como el cortisol, puede desencadenar una cascada de efectos negativos en el cuerpo, desde la inflamación crónica hasta trastornos cardiovasculares.